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Las vacunas apoyan a los complejos y robustos mecanismos de defensa que tiene nuestro sistema inmunológico al exponer preventivamente nuestro organismo a una versión debilitada o muerta de un germen, bacteria o virus. En resumen, una vacuna estimula la respuesta natural de nuestro cuerpo a una enfermedad infecciosa sin tener que realmente verse afectado por la enfermedad.
La exposición a través de una vacuna no lo enfermará, pero hará que su sistema inmunológico “aprenda” sobre el virus y desarrolle importantes defensas que lo protegerán de contraer la enfermedad a futuro. Además, si se viera expuesto al virus y se enfermara, una vacuna le ayudará a garantizar que sus síntomas sean de menor gravedad y que su recuperación sea más pronta.
De esta manera, las vacunas son como un curso de capacitación para nuestro sistema inmunológico, que ayudará a preparar a nuestros organismos a superar y vencer enfermedades que podrían ser fatales.
Anticuerpos
Una vez administradas, las vacunas no dañarán a su organismo. Al contrario, estas desencadenarán la producción de una proteína vital llamada anticuerpo. Los anticuerpos permiten que nuestro organismo pueda identificar rápidamente a un elemento extraño y luego ayudar al sistema inmunológico a protegerse de esa amenaza. Nuestro organismo crea anticuerpos después de reconocer a un virus, ya sea a través de una vacuna o a la exposición diaria. La diferencia es que, con una vacuna, su organismo habrá practicado su respuesta de defensa para mitigar o prevenir consecuencias no deseadas para la salud antes de que se exponga al virus en sí.
En otras palabras, los anticuerpos son los soldados que vigilan y cuidan a nuestro organismo, protegiéndolo de posibles amenazas.
¿Cómo ayudan las vacunas?
Al preparar al sistema inmunológico para futuros riesgos de salud, las vacunas protegen a las personas de todo el mundo de enfermedades peligrosas.
- Se estima que las vacunas salvan de 2 a 3 millones de vidas a nivel mundial cada año.
- Las vacunas han provocado caídas notables de muertes y casos de sarampión, paperas y polio, entre otras enfermedades peligrosas.
- Las vacunas también desempeñaron un rol fundamental en la eliminación de la viruela, la cual es “una de las enfermedades más devastadoras que conoce la humanidad” según la Organización Mundial de la Salud.
La inmunidad de grupo
Cuando se vacuna a suficientes personas, las vacunas también pueden proteger a las comunidades de enfermedades a través de la "inmunidad colectiva". La inmunidad colectiva, también conocida como “inmunidad comunitaria”, se logra cuando un número suficiente de personas en un área determinada desarrollan inmunidad a una enfermedad, lo que hace poco probable una mayor propagación.
En esencia, significa que la enfermedad no tiene otro lugar donde propagarse. La inmunidad colectiva es de vital importancia para proteger a las personas, como aquellas con sistemas inmunitarios comprometidos y aquellas que son demasiado jóvenes para ser vacunadas.
Nuestras comunidades y familias se benefician
Al ayudar a mantener a las personas sanas y fuera de los hospitales, las vacunas también le ahorran a nuestro país miles de millones de dólares – tanto directa como indirectamente.
Ejemplo A: Influenza (la gripe)
- Se estima que la gripe cuesta $3.2 mil millones cada año en gastos directos de atención médica. Eso se suma a los 20.1 millones de días laborales y $8 mil millones en productividad perdida anualmente.
- Estos costos serían aún mayores sin una vacuna contra la influenza. De hecho, de acuerdo a la CDC, la vacuna contra la influenza se atribuye a “muertes reducidas, ingresos a unidades de cuidados intensivos (UCI), duración de la estadía en la UCI, y duración general de la hospitalización.”
Ejemplo B: Sarampión
- Los brotes de sarampión pueden costar a los departamentos de salud pública cerca de los $10,000 por día para identificar a las personas expuestas y contener la propagación de la enfermedad, según estudios de la Universidad de California en Berkeley.
- La vacuna contra el sarampión, las paperas, y la rubeola (MMR) es muy eficaz en la prevención del sarampión. Según datos de la CDC, las dos dosis recomendadas de la vacuna contra la rubeola cuentan con aproximadamente un 97 por ciento de efectividad para prevenir el sarampión.
En resumen: Las vacunas salvan vidas, ayudan a proteger a nuestras familias y comunidades, y permiten controlar los gastos no deseados en salud pública.
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